martes, 25 de noviembre de 2008

En la ciudad sin límite


El nombre no se ha borrado, tu cara sí. Se mezcla con otras caras, deformándose. No sé si todo es parte de la tortura, ya no distingo. No sé si él te dará esta carta, no sé si es amigo o miente. Hubiera querido abrazarte, pero me muero. Queda poco tiempo.



He visto el tren, nos he visto dentro muchas veces esperándote, y tú sin saberlo. Otras veces lo sabías, y huías a tiempo. O lo han inventado para que les diga dónde estás. Tengo que evitar que subas a ese tren, porque te va a llevar a la muerte. Otras veces estás ya muerto, como yo. Otras me hablas y sonríes y dices cosas que nunca habías dicho, y que me quieres. Yo hubiera querido quererte, pero no pude.



A veces sueño que seguimos allí y que el tiempo es nuestro. Y que tu boca recorre mi cuerpo desnudo y entonces mis hijos nos ven abrazados, desnudos. Pero ya no son mis hijos. Son los hijos de ella. No los conozco. No conozco a nadie.



¿Recuerdas? La libertad viaja contigo en ese tren. Si te encuentran, te matarán. Y la ciudad seguirá creciendo sin salidas para nadie. Sólo tú puedes enseñarles a mis hijos a andar ese camino.



Hazlo y así sabré que me has perdonado.



Max

lunes, 24 de noviembre de 2008

La panza de burro




Esta semana no me siento tan nostálgica de Lima. El clima ha estado de mi lado… gris, gris, gris. Por fin ha dejado de llover, ahora una fina garúa lo cubre todo.

Caminar por San José es casi como andar por la Arequipa (pero sin combis) en invierno.

Saqué, por fin, de las maletas abrigos y bufandas. A diferencia de los ticos, que han estado un poco tristes porque se les ocultó el sol, yo he estado muy contenta mirando el cielo, mi cielo color de panza de burro (como decía Vallejo).

domingo, 16 de noviembre de 2008

¿Con pedigree?


Hace poco hablaba con José de que quería adoptar un perro, y me acordé de una cosa que mi madre me hizo notar: algunos dueños de perros con pedigree se parecen a sus mascotas, aquella vez ese comentario me dio mucha risa; sin embargo, hoy después de muchos años, me he dado cuenta de que de alguna extraña manera mi madre no estaba equivocada.

Conocí una vez, en Lima, a Mafalda, una bull dog, cuyo dueño era un señor gordísimo. Luego está la vecina de la casa de mis papás que siempre andaba con la nariz levantada, tenía un pekinés. En mi vecindario está una señora muy alta y rubia tiene la nariz muy grande y puntiaguda y tiene como mascota a un afgano.

Me pregunto si yo me habré parecido a alguna de mis perras, un par de mestizas divinas (aunque Da diga que son horribles, aunque para uno que adora a los perros, ellos son como los hijos, nunca los puedes ver feos, aunque esa es otra historia).

Creo que me miraré mucho al espejo antes de elegir que tipo de perro voy a adoptar.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Agujerito

No necesito que me pregunten si la quiero o si la extraño. Creo que ella debería (¿?) saberlo. Sin embargo hay días en los que no tengo con quién hablar entonces me acuerdo de mi agujerito y me veo comiendo, gritando y abrazándola fuerte mientras vemos una película de terror (con arañas).

El otro espejo 2008 © Blog Design 'Felicidade' por EMPORIUM DIGITAL 2008

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