miércoles, 1 de agosto de 2012

El lunes un video, ayer una página que dice que Tod@s somos Karina. Lo que pienso es que esto es un real tontería...

Ok, está súper mal que un video íntimo haya sido subido a YouTube, sin su consentimiento,  pero me parece terrible que la gente se sienta identificada con una mujer que hizo un video para su amante, y que solicite su restitución al puesto de viceministra. Hay cosas más importantes de qué preocuparse.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Soy un asesino


Soy un asesino. Me gusta dar muerte a otros seres. Lo hago con mucha frecuencia pero en días de vacaciones aumenta este instinto. Lo hago a traición, por la espalda, con premeditación, alevosía, de noche o a pleno sol. Esta misma mañana he matado a uno. No ha sido una muerte lenta como otras veces.

Es como salir de cacería, salgo, voy en bus, me siento en la banca de un parque, y observo a la gente. Cuando veo al elegido, empiezo a imaginar cuál sería la mejor manera de matarlo. He probado de todo veneno, cuchillos, armas de fuego (francamente estas últimas no me gustan).

Que cómo los elijo, bueno creo que siempre son los más desagradables, los más asquerosos. Disfruto mucho más mientras más feo es. Mientras más horrible, más fácil. Me gusta verlos morir despacio, comprobando como sus facciones se deforman mientras agonizan.

Creo que lo más difícil es encargarse del cadáver, es un trabajo muy sucio, pero alguien tiene que hacerlo.

jueves, 15 de abril de 2010

Mi historia en la nube.

viernes, 19 de marzo de 2010

Regresa (Madre Matilda)

jueves, 11 de marzo de 2010

Mis amigos


Recuerdo que alguna vez escribí que no tenía muchos amigos. Pero, desde que estoy acá, o desde que tengo más tiempo he aprendido mucho acerca de las relaciones sociales. Afortunadamente, la mayoría de ellos comparten mis gustos, mis creencias y respetan mi opinión. Algunos han sido heredados, otros han llegado después. No puedo decir a cuál aprecio más, ni tampoco mencionar a todos, porque mi lista se haría demasiado extensa, lo que sí puedo decir es que todos llenan ese vacío que puede producir el mal de patria de vez en cuando.



En primer lugar está Damián, que por mérito propio, se ha convertido en mi mejor amigo. Él sabe escuchar y no juzga ninguna de mis metidas de pata a menos que sea para regañarme cuando ya casi todo está perdido. Me tiene muchísima paciencia, yo soy la loca del equipo que anda dando tumbos, y él es una especie de camisa de fuerza… créanlo o no, es un tipo con los pies en la tierra. Más que mi esposo, Damián es mi familia, mi amigo... mi patria siempre va a estar donde él esté.



Luego sigue Raúl, la persona más incondicional del mundo, que es simplemente adorable. No sé si tendrá tiempo de leer esto, porque desde que adquirió un restaurante lo veo cada vez en menos, pero tiene un pedazote de mi corazón.

Está Tammy, que de vez en cuando aparece y despierta mi lado femenino olvidado. Nos gusta cantar bien fuerte, tomar café y portarnos como ladies y con mucho glamour.



También, las baulitas: Aimee, Perla, Brenda, Michelle y Jorge. Lo que hago con ellos me apasiona: salvar tortugas baulas. A pesar de que los conozco desde hace muy poco son una parte muy importante en mi vida. Con ellos puedo correr y gritar y saltar y reírme hasta que me duela la panza, y hacer muecas para seguir riéndome… Solo con ellos puedo decir, lo que suceda en Las Vegas se queda en Las Vegas.



Amo a mis amigos por aceptarme como soy, así sin edición ni corrección. Gracias miles, por ser parte de mi vida.

sábado, 30 de enero de 2010

La muerte de El Principito


“No hay más Principito, hoy día ni jamás. El Principito está muerto o se volvió totalmente escéptico. Un Principito escéptico no es más un Principito. Estoy resentido con usted por estropearlo. No habrá más cartas, teléfono ni señal. No fui prudente ni pensé que arriesgara pena, pero me lastimé en el rosal cogiendo una rosa. El rosal preguntará: ¿qué importancia tenía para usted? Ninguna, rosal, ninguna. Nada importa en la vida. No más vida. Adiós, rosal”. Antoine de Saint-Exupéry.

miércoles, 13 de enero de 2010

De cuando fui Michael Landon


A veces tengo sueños realmente extraños, como cuando soñé que era un flamenco que comía bananas.


Anoche, fui Michael Landon, quien se pasó toda la noche escapando de alguien llamado Jennifer. En mi sueño adoraba hacer pasta de zapallo para canelones.


Me desperté muchas veces, pero cuando volvía a dormir seguía siendo Michael. Unas veces estaba a caballo en la Ponderosa, en otra ocasión hablaba con Laura mientras amasaba la pasta, y no sé como Circe se metió en el sueño, con aureola y todo…


Definitivamente debieron ser los analgésicos que tomé antes de dormir. No lo vuelvo a a tomar tantos, porque uno nunca sabe... no me gustaría ser Michael Douglas y que el Da fuera Catherine Zeta-Jones…

martes, 22 de diciembre de 2009

Feliz Navidad!

lunes, 7 de setiembre de 2009

Qué difícil es ser normal

jueves, 20 de agosto de 2009

Mi Green Card a la Tica


Todos mis amigos saben que, desde hace más o menos un año, estoy enredada entre trámites y papeleos a fin de obtener el famosísimo carnet de residencia (algo así como la Green Card a la tica). Metí los papeles desde setiembre del año pasado y luego de idas y venidas, horas de horas esperando en la fila, dejando de ir al baño y cosas así; por fin hace dos meses me dieron cita para este viernes.



Estar en Migración siempre fue increíble, ese mismo día podía hablar en inglés, en español y oía hablar en chino, japonés, italiano y hasta en argentino. Dentro de todo, era divertido, conocer personas de diferente nacionalidad.



Aún así el último día que estuve ahí fue el peor de todos. Llegué como a las 7:30 a.m. y salí a las 4:00 p. m. Muchas veces observé a unas personas acercarse a las ventanillas con un montón de papeles. Sin embargo, me llamó la atención que dos de ellos vistieran camisetas de equipos de fútbol peruanos. Primero pensé que eran peruanos que, como yo, estaban haciendo los trámites de residencia. Luego una escuché a una señora (nicaragüense) decir que los peruanos “aceleraban” todo el proceso y que cobraban bien barato. Quise entender a qué se refería aquella señora con “acelerar”, pero preferí quedarme callada. Como tres horas después, yo seguía sentada y veía a los “peruanos” y otra gente en medio de un ajetreo espectacular. Ya no quedaba casi nadie esperando, apagué mi reproductor cuando los “peruanos” se sentaron a mi lado -quizá podría hablar con ellos de lo mucho que extrañaba la mazamorra morada-, y oí que el de la camiseta de Universitario comentaba que cuando fuera a Lima iba a traer cosas de Polvos Azules para regalarle a la gente de las ventanillas a fin de que siempre pasaran a sus clientes primero. El de la camiseta de la selección peruana le preguntó, si le iba a traer cosas piratas; a lo que le respondió que siempre le había traído perfumes de allí, y que ellos nunca se habían dado cuenta.

Me sentí avergonzada, mis compatriotas estaban importando toda la viveza (de la mala) peruana. Tenía toda la mala onda de haber estado esperando toda la mañana y parte de la tarde para que vieran mis papeles; y ellos, gracias a los favores y regalitos (piratas) que les hacían a los burócratas, pasaban de primero a sus clientes. INJUSTO.



Salí dispuesta denunciarlos en la Contraloría de Servicios, pero me pasé de largo, porque a pesar de todo, eran peruanos como yo, y ya era tan tarde que hacía media hora los de la contraloría se habían ido.



Mañana voy a Migración, si veo todo eso de nuevo, espero denunciarlos.

jueves, 30 de julio de 2009

Encuentro cercano con el blin blin


Hoy caminaba con Circe cuando vimos que desde el final de la calle se acercaba un grupo de muchachos con pinta algo extraña. Eran como seis vestidos con ropa demasiado holgada y con gorras. Me asusté y empecé a pensar cómo cruzar entre ellos. Creo que por un acto reflejo, ajusté la correa de Circe (sabía que ella me defedería con su vida, si fuera necesario :S) y empuñé con fuerza mi iPod. Planeaba quedarme quieta hasta que ellos pasaran. Como flashback recordé la vez que me asaltaron al salir de noche de un centro comercial en Lima. La verdad es que estaba muy asustada.



Cuando finalmente llegaron a mi lado, uno de ellos me dijo algo, yo solo podía ver el gran símbolo de dólar dorado que colgaba de su cuello a la par de muchas otras cadenas, su gorra vuelta atrás, su camisa súper floja y los anillos de sus dedos. El muchachito no debía de tener más de 12 años, me preguntaba por una calle, le dije que no la conocía. Mientras tanto, Circe estaba encantada saltando alrededor del chico, mientras los otros le acariciaban la cabeza y ella les regalaba lamiditas y saltitos. La jalé y seguimos caminando. Ellos siguieron su camino. Circe no sirve para perrito guardián.


En el camino pensaba en por qué los había juzgado de delincuentes por la ropa que llevaban. Definitivamente, esa onda hip hop urbana reguetonera me está confundiendo.



miércoles, 10 de junio de 2009

La imagen del fin del mundo

Monumento a las víctimas del desastre de Chernóbil en el cementerio Mitino de Moscú, donde están enterrados algunos de los bomberos y liquidadores que combatieron las llamas y murieron a causa de la radiación. Foto de Mijaíl Yevstáfiev.



miércoles, 27 de mayo de 2009

Mi historia con el Barça (por Joan Manuel Serrat)


Blaugrana al vent
(Azulgrana al viento)

Azulgrana al viento,
corazón valiente.
Tenemos un nombre,
todos lo saben:
Barça,Barça, Barça...



Así dice el estribillo del himno del F.C. Barcelona.


Cuando voy a la cancha, que es siempre que me lo permiten mis compromisos profesionales, uniéndome a la voz de la afición, lo canto puesto en pie mientras el equipo salta a la cancha. Hermosas tardes de domingo en que por un rato regreso a la niñez, a los álbumes de monas con las fotografías de los jugadores eternamente jóvenes y a los picados en los baldíos, donde los postes eran un par de piedras y el dueño de la pelota se autoproclamaba el capitán del equipo, porque si no me la llevo.



Así como la patria del hombre es el lenguaje, la patria del fútbol es la infancia.



Me gusta jugar al fútbol, pero apenas fui un futbolista mediocre. Hubiese dado la pierna de mi vecino por jugar con el Barça en primera, pero la vida no me regaló este talento y las únicas veces que he podido vestirme de azulgrana ha sido con los equipos de veteranos que me invitaban a compartir sus entrenamientos y algún partido amistoso al que mi popularidad como cantante me permitía acceder.



Soy del Barça desde que tengo conciencia.



Nací del Barça como nací varón, moreno, catalán y del Pueblo Seco.



Nadie me preguntó al respecto ni hay antecedentes de aficionados al balompié en la familia.



Soy “culé” pese a los esfuerzos del señor Arévalo, el tendero de mi calle, un aragonés “perico” y republicano que, a menudo, me llevaba al campo del Español, nuestro eterno rival local, tratando de convertirme al equipo blanquiazul.



Un inciso: a los del Barça nos llaman “culés” (del catalán “cul” / culo). Término acuñado a principios del siglo pasado cuando en los días de partido las tribunas de tablones de madera de nuestra primera y humilde cancha de la calle Industria mostraban al transeúnte un curioso paisaje de culos sucesivos asomados a las aceras, olvidados del resto de sus respectivas humanidades.



De la misma manera, a los del Español se les llama “pericos” porque, por aquellos mismos días, no tuvieron otra ocurrencia que embellecer la entrada de su cancha con unas enormes jaulas llenas de escandalosos periquitos para darle algún color a su gris existencia.



Volviendo al señor Arévalo y a sus afanes proselitistas, quedan en mi memoria como una fiesta, aquellos domingos por la tarde cuando tomábamos un taxi colectivo en la esquina del bar Chicago, allí donde las Rondas desembocan en el Paralelo, y junto a tres desconocidos que completaban la capacidad del vehículo, subíamos hasta el desaparecido estadio de la Avenida de Sarria a disfrutar del partido, desde la nueva grada lateral, mezclados con lo más florido de la hinchada españolista.



Yo estuve allí, aplaudiendo al equipo que por aquellos años dirigía Alejandro Scopelli, un técnico uruguayo con el que el Español estuvo a punto de ser campeón aquel año y que durante el intermedio de los partidos repartía oxígeno a los jugadores para ayudarles a recuperar el aliento. Confieso que durante varias temporadas canté los goles de Arcas, Marcet y Mauri abrazado a mi buen vecino y tendero y no me avergüenzo de ello ya que jamás apostaté de mi barcelonismo. Mi comportamiento en la cancha de Sarriá no hacía otra cosa que corresponder al afecto que me regalaba el señor Arévalo, que además de llevarme al fútbol en taxi me invitaba a caramelos y refrescos y a la vuelta a casa a pie, cuando el domingo se ponía triste con el atardecer, me compraba el Goles, un panfleto impreso a multicopista, que, con los resultados de la jornada, se vendía a la salida de los estadios. Pero mi corazón, a pesar de no haber pisado jamás el estadio del F.C. Barcelona, ni por un instante, en ningún momento, dejó de ser “culé”.



Mi barcelonismo se afianzó de manera definitiva cuando fichamos a Kubala. Los ases buscan la paz, publicitaba el Régimen y el fichaje de aquel húngaro rubio que, luego de jugar con Hungría y Checoslovaquia, llegó a España huyendo de las garras del comunismo, según rezaban los eslóganes de la época, fue una convulsión para la ciudad, el fútbol y, sobre todo, para el Barça.
Hay un antes y un después de Kubala en la historia del F.C. Barcelona.



Las mujeres se volvían locas por él. Las putas lo confesaban. Las canciones de moda adaptaban sus letras al bello eslavo:


La raspa la inventó
Kubala con su balón
Kubala pasa a Cesar
Y Cesar remata…Y gol…



Era un ídolo al que sus pecados y sus goles mitificaban. Se hablaba de que salía a jugar después de una noche de farra sin dormir, borracho incluso y a pesar de ello corría los noventa minutos y marcaba goles. Era un figura, un monstruo.



Todos los niños queríamos ser Kubala y a mí también me cosió mi madre el número ocho del húngaro de oro en la camiseta azulgrana que me trajeron los Reyes Magos aquellas navidades.


Con él, el Barça empezó a ganar. Volvió a ganar. Fueron los años dorados de las Cinco Copas. Lo ganábamos todo. La noche en que regresaron a Barcelona después de ganarle al Niza la Copa Latina y la pasearon por la Plaza de San Jaime, yo estaba allí.



Mi padre me llevó a recibir al equipo. Me subió a una de las columnas del Palacio de la Generalitat de Catalunya, entonces en el exilio como todo lo que olía a catalán, y desde las alturas vi cómo los jugadores Basora, Biosca, Ramallets, Cesar y, por supuesto, Kubala, cruzaban la plaza por un estrecho pasillo humano de “culés” entusiasmados.



Y un día pisé por primera vez las gradas del ya desaparecido campo de “Les Corts”, el que fue estadio del F.C. Barcelona. Fue un 23 de junio por la noche, una verbena de San Juan, noche de solsticio de verano en la que, como en tantas ciudades mediterráneas, las hogueras se multiplican en las calles, alimentadas por los viejos cachivaches arrojados al fuego purificador que bendice el tiempo nuevo que recién se alumbra.



Aquella noche de fiesta, bajo un cielo que encendían los cohetes, jugamos contra el Botafogo un partido amistoso. Lo de amistoso es un decir, ya que mediada la segunda parte y perdiendo los brasileños por 2 a 0 se montó una tangana de padre y muy señor mío. Una bronca muy poco ejemplar pero inolvidable, que acabó con algunos jugadores en el hospital y otros en la comisaría de policía.



Desde entonces hasta la fecha, he visto grandes jugadores vestir y darle lustre y esplendor a la zamarra azul y grana. De Maradona a Ronaldinho, de Cruyff a Lineker, de Ronaldo a Romario, pasando por Shuster, Koeman y tantos otros… Mucho fútbol de calidad ha defendido estos colores, pero, sobre todo, y para siempre vaya por delante mi gratitud a los jugadores autóctonos, los que de niños soñaron con vestir esta camiseta, los que llevan los colores marcados a fuego en la piel como Guardiola, Xavi o Puyol y antes Rexach o Fusté y muchos años antes los Martín, Alcántara, Samitier, jugadores de casa que la afición necesita para reconocerse y sin los cuales el Barça sería solo un club de fútbol más.



Pero el Barça es más que un club. Comparto las palabras de Manuel Vázquez Montalbán cuando afirmaba que el Barça es el ejército simbólico desarmado de la catalanidad. Trataré de explicarme. En tiempos de dictaduras, el F.C. Barcelona fue un reducto del catalanismo político que, impedido de expresarse libremente en la vida pública, se refugió en las más diversas asociaciones o entidades sociales catalanas, desde el Centro Excursionista al Orfeón Catalán pasando por el Omnium Cultural o las peñas sardanistas, pero ninguna otra actividad entre las toleradas tan masiva y vociferante como el fútbol y de ahí que en una Catalunya enmudecida y represaliada, el Barça se convirtiera en algo más que un club de fútbol y este sentimiento se prolonga hasta nuestros días.



He vivido con mi equipo grandes alegrías y tremendas decepciones. Sentado en el bordillo de la acera de mi calle, bebí la hiel de la derrota de Berna en 1961, cuando el Benfica de Eusebio, Simoes y compañía, los postes y el sol en los ojos de Ramallets, convirtieron en humo y lágrimas mis juveniles ilusiones de pasear por las Ramblas la sexta Copa de Europa. Para mayor desgracia, las cinco anteriores las había ganado el Real Madrid, que años antes nos robó por salomónica decisión franquista a Alfredo Di Stéfano.



Toqué el cielo con el dream team de Johan Cruyff, que regaló a nuestras vitrinas cinco ligas seguidas y que con un zapatazo de Koeman le sacó las telarañas al arco de la Sampdoria redimiéndonos de nuestros pecados y elevándonos al olimpo de Wembley con nuestra primera Champions League. Amén.



Volví de Sevilla con las banderas a media asta cuando el Steaua de Bucarest impuso la vieja y tópica verdad de que no hay enemigo fácil y nos ganó en los penaltis, y años después, embebido o embobado, caminé tras Ronaldinho, el, flautista blaugrana, como los ratones de Hamelin rumbo a París a ritmo de samba, rumbo a la gloria para volver de Saint-Denis abrazado a nuestra segunda Copa de Europa.



Y entre un hola y un adiós, año tras año, temporada tras temporada, soñando, sufriendo y gozando en este valle de lágrimas, pendiente de los caprichos de un balón y sus circunstancias.



Ganen o pierdan les quiero como a mí mismo, por tanto no soy imparcial. No les engañaré con eso de que no me importa perder mientras el equipo juegue bien y que deportivamente aplaudo al rival cuando es mejor y todas esas tonterías de caballeros. Yo pecador, en los partidos importantes, prefiero ganar aunque sea de penalti injusto y si no ganan me cabreo y los puteo. Incluso en casos extremos pierdo el apetito y en épocas de tragedias prolongadas me amenazo con romper el carné de socio. Pero se me pasa enseguida. Afortunadamente el hombre sensato que hay en mí reflexiona y me habla de que no vale la pena, que hoy en día el espectador no tiene soberanía alguna, que el fútbol es un espectáculo globalizado y los jugadores individuos mediáticos que están ahí para vender camisetas más que para jugar, y yo le digo que sí, que cuánta razón tiene… Pero en cuanto el tipo juicioso se da la vuelta, vuelvo a jugar a las monas con el niño que soy, me envuelvo el corazón con la bufanda “blaugrana” y canto en voz baja:



Tenemos un nombre,
todos lo saben:
Barça, Barça, Barça...



viernes, 22 de mayo de 2009

Otra vez

He pasado toda una vida buscando respuestas, persiguiendo un mundo que empieza justo donde finaliza este. Espero impaciente y sin temor ese nuevo comienzo.



miércoles, 20 de mayo de 2009

De fantasmas


¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez. Un instante de dolor quizás. Algo muerto que parece por momentos vivo aún. Un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma, eso soy yo...

martes, 31 de marzo de 2009

Hablaba y hablaba... (por Max Aub)


Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

lunes, 30 de marzo de 2009

Sueño infinito de Pao-Yu (Fragmento de la novela Suelo del Aposento Rojo por Tsao Hue-King)


Pao Yu soñó que estaba en un jardín idéntico al de su casa. ¿Será posible, dijo, que haya un jardín idéntico al mío? Se le acercaron unas doncellas. Pao Yu se dijo atónito: ¿Alguien tendrá doncellas iguales a Hsi-Yen, Pin-Erh y a todas las de casa? Una de las doncellas exclamó:

-Ahí está Pao Yu. ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?



Pao Yu pensó que lo habían reconocido. Se adelantó y les dijo:



-Estaba caminando; por casualidad llegué hasta aquí. Caminemos un poco.



Las doncellas se rieron.



-¡Qué desatino! Te confundimos con Pao Yu, nuestro amo, pero no eres tan gallardo como él.



Eran doncellas de otro Pao Yu.



-Queridas hermanas -les dijo- yo soy Pao Yu. ¿Quién es vuestro amo?



-Es Pao Yu -contestaron-. Sus padres le dieron ese nombre, que está compuesto de los dos caracteres Pao (precioso) y Yu (jade), para que su vida fuera larga y feliz. ¿Quién eres tú para usurpar ese nombre?



Se fueron, riéndose.



Pao Yu quedó abatido. "Nunca me han tratado tan mal. ¿Por qué me aborrecerán estas doncellas? ¿Habrá, de veras, otro Pao Yu? Tengo que averiguarlo".



Trabajado por esos pensamientos, llegó a un patio que le pareció extrañamente familiar. Subió la escalera y entró en su cuarto. Vio a un joven acostado; al lado de la cama reían y hacían labores unas muchachas. El joven suspiraba. Una de las doncellas le dijo:



-¿Qué sueñas, Pao Yu, estás afligido?



-Tuve un sueño muy raro. Soñé que estaba en un jardín y que ustedes no me reconocieron y me dejaron solo. Las seguí hasta la casa y me encontré con otro Pao Yu durmiendo en mi cama.



Al oír este diálogo Pao Yu no pudo contenerse y exclamó:



-Vine en busca de un Pao Yu; eres tú.



El joven se levantó y lo abrazó, gritando:



-No era un sueño, tú eres Pao Yu.



Una voz llamó desde el jardín:



-¡Pao Yu!



Los dos Pao Yu temblaron. El soñado se fue; el otro le decía:



-¡Vuelve pronto, Pao Yu!



Pao Yu se despertó. Su doncella Hsi-Yen le preguntó:



-¿Qué sueñas Pao Yu, estás afligido?



-Tuve un sueño muy raro. Soñé que estaba en un jardín y que ustedes no me reconocieron...

miércoles, 25 de marzo de 2009

Cumpleaños

Ruido, escaleras, puerta, café, periódico, dientes, ducha, albahaca, romero, césped, Eco, Eco, Eco, Eco…



Computadora, libro, libro, señor Mora, libro, exploto, locura, libro, libro, asco, libro, desesperación, libro, cabello, libro.



Almuerzo, regalo, Monserrat, disco, sonrisa, Sabina, Serrat, Aute, sandía, SoHo, Princesa, madre, Jose, María, Raúl, padre, suegros, Gabo, Vivi, Lucy, Cata, Vica, Tamy, Francisco.



Libro, señor Mora, libro, libro, asco, escape, Eco, Eco, Eco, Eco…



Café, Eco, galleta, Eco, teléfono, Eco, Eco, Eco…



Computadora, libro, asco, asco, Sabina, Serrat, Eco, Eco, Eco………… Eco.



Damián, sonrisa, pastel, velas, canción, beso.


El otro espejo 2008 © Blog Design 'Felicidade' por EMPORIUM DIGITAL 2008

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