jueves, 18 de diciembre de 2008

Los Pollitos, Garfield y la fiebre


Resfriada. Decidido, no iré al concierto, me siento terrible. Llamo a Damián para cancelar, pero no contesta. Espero. Tengo la esperanza de que las dos antigripales que he tomado surtan efecto.

Bueno, me siento mejor, me pongo las zapatillas y salgo para el teatro. El concierto recién empieza en una hora, así que Damián y yo podremos ir a comer algo antes.



Dentro está Damián corriendo para todos lados. Anda organizando las cámaras para el concierto. Yo tengo fiebre nuevamente. Lo invito a comer algo, pero no me ha hecho caso porque anda en mil. En fin, hablo un rato con Marcela, voy al baño, y busco un lugar en el palco en primera fila. Damián aparece con un perro caliente y una Fanta –en ocasiones como esta entiendo por qué tiene mi adoración eterna–. Saludo a algunos amigos que han decido estar de pie más cerca del escenario, yo apenas me muevo. Ahora entiendo a Garfield. Hoy soy una Garfield que quiere escuchar Los Pollitos.



El sonido, las luces, efectos y videos de fondo están alucinantes. Este concierto me ofrecía: cinco grupos de rock ticos, buena música y barra libre todo lo que durara el evento. Qué más se podía pedir. Luego de cuatro grupos, aparecía el grupo por el que había esperado y vencido la fiebre. Café con Leche, simplemente, espectacular.


Luego de dos birras (léase chelas), estoy más que entonada.


Si al principio solo tenía fiebre, ahora estoy afónica y toda constipada y temblando como perro con parvovirus –o mejor aún, Garfield con parvovirus–. Pero estoy contenta, todo ha valido la pena.


Da está exhausto, mete las cosas al carro. Subo, me acurruco en mi asiento, en el camino pienso que sería buena idea hacer mañana lasagna, igual mañana no es lunes y me sentiré mucho mejor.


martes, 9 de diciembre de 2008

¿Cuánto me cobra hasta…?


No me termino de acostumbrar a la “bendita” maría (taxímetro). Sigue siendo raro subirme a un taxi y decirle hacia dónde voy sin tranzar primero el precio. Luego ir viendo como los números del taxímetro avanzan y avanzan cuando el tráfico se pone pesado, y cómo siguen avanzando cuando el semáforo se pone en rojo. Ah, es que el coso ese avanza aunque el carro esté sin moverse.


Andar en taxi en San José es toda una aventura, pero ya más o menos sé lo que me cobran del supermercado a mi casa por ejemplo, uno se va aprendiendo el precio por distancia. Alguna vez me ha pasado que he tenido que bajarme una cuadra antes de llegar a mi destino porque me parecía un robo lo que me iban a cobrar. Otras veces he reclamado, pero me dan las respuestas de siempre, “es lo que marca la maría, tita”, o “qué raro, machita, recién la llevé para que la arreglaran”. Hasta hace unos días recién me di cuenta cómo algunos conductores manipulan sus taxímetros para que estos avancen un poco más rápido después del primer kilómetro; ya no me volverán a hacer “cholita”.



Aunque sea imposible de creer, hecho de menos preguntarle al chófer cuánto me va a cobrar antes de subirme, es ridículo, pero sí lo extraño mucho. Prometo que la próxima vez que vaya a Lima no pedir que me cobren un sol menos, me acordaré de la maría y viajaré feliz sin mirar fijamente el coso que marca y marca… y termina desesperándome.

viernes, 5 de diciembre de 2008

¿Ley de Murphy?



“No le pegarías a una mujer, carepicha”, le dijo Marissa a un tipo, quien resultó ser gay y la abofeteó.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

De cuando el televisor era a blanco y negro


Hace tiempo que quería hablar de “aquello”. Hoy sentada, con una taza de té, no me puedo acordar exactamente de cómo empezó, pero quiero hablar de su impacto en mi vida.



Somos la suma de todos nuestros recuerdos (incluso de aquello que hemos olvidado). Solía pensar que nunca debí de haber contestado ese mensaje, que no debí de acudir a la cita; si hubiera terminado “aquello” antes de que se convirtiera en una gran bola de nieve. Hasta cierto punto siempre tuve la facultad de detenerlo, pero no pude (o no quise), dejé que las cosas fluyeran. Terapia, lágrimas, depresión, insomnios, promesas. Entiendo que “aquello” fue una preparación para lo que NO debo de hacer.



Ahora siento como si hubiera llegado a la meta después de un largo y cansado viaje. Me estoy curando. A veces los recuerdos no de “aquello” sino del “resultado de aquello” me duelen, sé que eso estará conmigo siempre; sin embargo, lo veo sonreír y me siento mucho mejor. Desde que está en mi vida, el mundo es a colores.



martes, 25 de noviembre de 2008

En la ciudad sin límite


El nombre no se ha borrado, tu cara sí. Se mezcla con otras caras, deformándose. No sé si todo es parte de la tortura, ya no distingo. No sé si él te dará esta carta, no sé si es amigo o miente. Hubiera querido abrazarte, pero me muero. Queda poco tiempo.



He visto el tren, nos he visto dentro muchas veces esperándote, y tú sin saberlo. Otras veces lo sabías, y huías a tiempo. O lo han inventado para que les diga dónde estás. Tengo que evitar que subas a ese tren, porque te va a llevar a la muerte. Otras veces estás ya muerto, como yo. Otras me hablas y sonríes y dices cosas que nunca habías dicho, y que me quieres. Yo hubiera querido quererte, pero no pude.



A veces sueño que seguimos allí y que el tiempo es nuestro. Y que tu boca recorre mi cuerpo desnudo y entonces mis hijos nos ven abrazados, desnudos. Pero ya no son mis hijos. Son los hijos de ella. No los conozco. No conozco a nadie.



¿Recuerdas? La libertad viaja contigo en ese tren. Si te encuentran, te matarán. Y la ciudad seguirá creciendo sin salidas para nadie. Sólo tú puedes enseñarles a mis hijos a andar ese camino.



Hazlo y así sabré que me has perdonado.



Max

lunes, 24 de noviembre de 2008

La panza de burro




Esta semana no me siento tan nostálgica de Lima. El clima ha estado de mi lado… gris, gris, gris. Por fin ha dejado de llover, ahora una fina garúa lo cubre todo.

Caminar por San José es casi como andar por la Arequipa (pero sin combis) en invierno.

Saqué, por fin, de las maletas abrigos y bufandas. A diferencia de los ticos, que han estado un poco tristes porque se les ocultó el sol, yo he estado muy contenta mirando el cielo, mi cielo color de panza de burro (como decía Vallejo).

domingo, 16 de noviembre de 2008

¿Con pedigree?


Hace poco hablaba con José de que quería adoptar un perro, y me acordé de una cosa que mi madre me hizo notar: algunos dueños de perros con pedigree se parecen a sus mascotas, aquella vez ese comentario me dio mucha risa; sin embargo, hoy después de muchos años, me he dado cuenta de que de alguna extraña manera mi madre no estaba equivocada.

Conocí una vez, en Lima, a Mafalda, una bull dog, cuyo dueño era un señor gordísimo. Luego está la vecina de la casa de mis papás que siempre andaba con la nariz levantada, tenía un pekinés. En mi vecindario está una señora muy alta y rubia tiene la nariz muy grande y puntiaguda y tiene como mascota a un afgano.

Me pregunto si yo me habré parecido a alguna de mis perras, un par de mestizas divinas (aunque Da diga que son horribles, aunque para uno que adora a los perros, ellos son como los hijos, nunca los puedes ver feos, aunque esa es otra historia).

Creo que me miraré mucho al espejo antes de elegir que tipo de perro voy a adoptar.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Agujerito

No necesito que me pregunten si la quiero o si la extraño. Creo que ella debería (¿?) saberlo. Sin embargo hay días en los que no tengo con quién hablar entonces me acuerdo de mi agujerito y me veo comiendo, gritando y abrazándola fuerte mientras vemos una película de terror (con arañas).

miércoles, 29 de octubre de 2008

Solas

Acabo de ver una película española que se llama Solas (1999)

de Benito Zambrano.


María es una mujer que a los 35 años no sabe que hacer con su vida. Su padre enferma y es internado en un hospital de Sevilla, su madre (Rosa) se queda unos días en su casa. A pesar de que María odia a su padre por los golpes y maltratos como fue criada, tiene el mismo carácter y vicios que él. Rosa es una anciana que a pesar de haber llevado una vida llena de sufrimiento busca la bondad en las personas. La vida de madre e hija discurre en un edificio de Sevilla, donde conocen al anciano (el vecino) jubilado, quien se resiste a compartir la vida con los demás humanos y solo acepta la compañía de Aquiles, su perro, tan anciano como él.



Creo que el título de la película es muy sugerente. La soledad interna de cada uno de los personajes duele, a algunos más a algunos menos; pero está siempre presente. Es como si el alma tuviera callos y haga imposible abrirse con otro. No creo que el director haya querido dejar una enseñanza moral con esta historia. Pero me gusta este tipo de películas, sin efectos especiales, sin diálogos enrevesados. Es la historia de cualquiera de nosotros. Imagino que mi historia también puede servir para un guión, eso me divierte.

viernes, 24 de octubre de 2008

Recuerdos

Después de muchos años recuerdo mis tardes en la San Marcos, las tardes de invierno con el cafecito en la mano (a veces ese cafecito era matizado con un poco de ron) para aguantar el frío húmedo de Lima, sentados en las bancas en plena conversa, sin ninguna preocupación… viendo la vida pasar… Charlie, Pipiolo, Efímera, las Temibles (Rocío, Giulianna y Anita), Doris y sus crisis existenciales, la ñanga de Carlitos, Lula, Pepe Nacho, Mariano, Virginia, Alan, Paul… Las vueltas que da, la vida al pasar.

jueves, 23 de octubre de 2008

Otra mirada a CR

Ahora que tengo un poco más de tiempo puedo “bloguear” y me he encontrado con algo que escribió el poeta dominicano, Juan Baéz. Me ha gustado mucho cómo describe CR, es una mirada a través de sus ojos. Genial. Aquí una muestrita.



“Desde hace unos minutos, estoy parado en una soda de la UCR espiando a una pareja de lesbianas que se besa con timidez mientras por todas partes los estudiantes con mochilas y carpetas pasan con sus bandejas y se sientan a desayunar. Una es rubia y tiene los ojos verdes y lleva una bufanda. La otra es morena con el pelo corto, de unos dieciocho años y lleva una camiseta de Hello Kitty. Esta tiene un arito en la lengua. Debe ser la primera vez que se besan. Con los ojos cerrados, apenas se tocan los labios y se estrechan por tan solo unos segundos. Cogen aire y se sostienen de la mano con cariño. Después de unos minutos, proceden a besarse de nuevo. Este es un beso más fogoso en el que separan las bocas y se muerden y mezclan saliva. Aunque de repente la morena me mira con el rabillo del ojo y temerosa se sobresalta e interrumpe el beso. Lo interrumpe, por supuesto, ya que estoy a unos tres metros con una mochila enorme en la espalda, parado, mirándolas como si tuviera una cámara y las estuviera grabando.



Salgo de la soda y camino a la Facultad de Letras donde hay una charla sobre poesía que inició a las nueve. Se supone que debo participar en esta. Ya son las diez. ¿Pero dónde está la Facultad de letras? Una muchacha me indica el lugar sin quitarse los audífonos del iPod. Sigo un sendero, pasándoles por el lado a estudiantes que se besan al aire libre. De pronto, me siento como Buñuel cuando llegó a Paris en los años veinte, mirando a todas las parejas que se besan entre los árboles y los bancos de los alrededores. Nunca había visto tanta gente besándose. Nunca había visto tantos piercings y tatuajes. Pero sobre todo, no había visto tanta gente besándose. ¿Son tan caros los moteles por acá?


…………



Se da el caso de que arribé a Costa Rica justo empezando el invierno. ¿Qué significa esto? Lluvia. Muchos aguaceros. Llueve sin parar desde mayo a noviembre. Durante estos días, en San José, el sol sale exclusivamente en la mañanas, al mediodía se ennegrece todo el firmamento y a la una ya está lloviendo sin cesar. Lo extraño de los ticos es que no andan nunca con impermeables ni con sombrillas o paraguas, es como si vivieran en otro tipo de clima, como si pensaran en su fuero interno o tuvieran más bien la esperanza de que tal día no lloverá y que van a poder a salir a la calle y caminar bajo un sol brillante y sin esquivar charcos. Estoy seguro de que los ticos y las ticas ven la lluvia tras una ventana y murmuran sorprendidos: “¡Pucha, está lloviendo!”. ¿Cómo que está lloviendo? Siempre está lloviendo. La sorpresa es más bien: “¡Pucha, no está lloviendo!”. Al igual que en la isla, debe haber un problema con la credibilidad de los meteorólogos en este país. ¡Cuántos peinados estropeados he presenciado! ¡Cuántos zapatos y tacones estropeados! ¡Cuántas medias y ropa interior hediondas y podridas! Ahora bien, lo que sí llevan, lo que no olvidan nunca en casa, sobre todo en la UCR, son los aretes de sus respectivos piercings, al extremo de que cuando me preguntan si me gusta San José, siempre respondo que me voy a quedar en San José y abrir una tienda de piercings y tattoos para hacerme millonario. Ya tengo incluso el nombre de la tienda: NO VA A DOLER.


……



Sigue lloviendo y los cristales del autobús empañados. Con el dedo índice derecho escribo mi nombre en el cristal para borrarlo a los pocos segundos. Observo las fachadas de casas, el tránsito, los peatones con paraguas y la lluvia. Me gusta San José. De verdad me gusta. Es como un París tercermundista. O un París para tercermundistas.”

Alegría del cronopio (Cortázar)


Encuentro de un cronopio y un fama en la liquidación de la tienda La Mondiale.



- Buenas tardes, fama. Tregua catala espera.



- ¿Cronopio cronopio?



- Cronopio cronopio.



- ¿Hilo?



- Dos, pero uno azul.



El fama considera al cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.



- Afuera llueve —dice el cronopio—. Todo el cielo.



- No te preocupes —dice fama—. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.



Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además, le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los dos hilos —uno azul— y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.

Las muletillas

Cuando llegué a estas tierras, una de las cosas a las que me costó acostumbrarme (y me sigue costando) es el sociolecto, en palabras fáciles, la jerga del lugar.


Es común escuchar que las personas (en especial la gente joven) se refieran entre ellos como “maes” (que es como “pata” o a veces como “huevón”). Es divertido escucharlos decir hasta cuatro veces esta palabrita en una oración: “Mae, vea que mae tan mae ese mae” lo que se puede traducir como: “Hey, mira que tipo tan tonto”.



Otra cosa es el término “diay”, cuyo significado varía dependiendo cómo y cuándo se diga. Es muy gracioso, porque depende de la entonación que uno le de para que indique admiración o fastidio… siempre me sorprende esta palabrita.



A diferencia de mi paisito, acá la palabra que remplaza al clásico “…, no” al final de las oraciones es el “…, verdá?” Con esto no tengo mayor problema, aunque me disgusta su uso excesivo, pero, diay, qué se le va a hacer (jo, jo, ya estoy aprendiendo a usarlas).



Algo más que resulta aún complicado entender es el uso del lenguaje, o sea en Perú, o tuteamos o hablamos de usted (tercera persona). Acá tutean, vosean y hablan de usted… o sea ya se me hace un zafarrancho, cada persona tiene un modo distinto de hablar y depende con quién esté hablando. A mí, particularmente, me molesta el voseo (parecido al argentino, pero diferente… sí... complicado), ya que destruyen las conjugaciones verbales. El que me traten en tercera persona me resulta aceptable, aunque siempre preferiré el tuteo. Me han comentado que acá solo tutean los más ignorantes, no sé cómo debería entender eso, creo que lo tomaré por el lado amable.



¡Ah!, pero falta lo más importante: la gran mayoría no sabe pronunciar la “rr”. No entiendo porqué a algunos no les sale la “rr”, es divertido escucharlos intentar decir rrrrrr… Hasta existe una página web súper divertida que se llama nosedecirlaerre.



Con todo, la gente acá es alucinantemente simpática. No conozco a muchos peruanos acá, y como hablo todo el día con ticos, espero que no se me pegue el habla. Resistiré… resistiré.

martes, 21 de octubre de 2008

La comidita

Hoy prepararé la cena, me gusta mucho cocinar, sin embargo, pensar y pensar qué hacer es demasiado complicado. Estaba en eso cuando hablé con José (en Lima) y me sugirió que preparara algo bien peruano. Sonreí, pobre José si supiera que acá no existen algunas especerías que encontrabas en los mercados y en menor cantidad en los supermercados.



El hecho es que el éxito de muchas comidas en casa de mis padres dependía de la sazón y condimentos extraños que mezclaba la señora del mercado. Mi madre contaba con su “caserita” que dejaba listo el aderezo para el ají de gallina, o escabeche, o pato asado, o lo que fuere. Bastaba que mamá dijera “hoy haré arroz con pollo”, y aquella señora en medio de ajos, orégano, ají amarillo, ají mirasol, pimienta, etc., cuchara de palo en mano, estaba presta haciendo el mejunje para el plato del día.



Cuando mamá se fue a Italia, me heredó a la “caserita”, pero me duró todo muy poco porque me mudé a otro distrito, y ahora estoy mucho más lejos; y creo que no probaré esas mezclas en mucho tiempo.



Menos mal que Da no se estresa tanto como yo al momento de decidir, él es feliz con un poco de frejoles (lo siento Charly, siempre serán frejoles para mí), arroz, brócoli y atún. Da puede comer eso todos los días; es increíble.

lunes, 20 de octubre de 2008

Súper Mercado

Ayer un muchacho en el súper mercado me preguntó lo de siempre: "Usted no es de acá, ¿verdá?" (con el signo de interrogación bien marcado, acá enfatizan mucho más que en Perú), luego de mi negativa me volvió a preguntar que si me gustaba acá; y claro que me gusta, pero me moría de ganas de decirle que no para saber qué me diría, pero Da estaba apurado porque quería ver el fútbol en casa y contesté que sí, y sonreí. Me pregunto qué hubiera pasado si le decía que no.

Llegada

Han pasado algunos meses desde que me mudé a Costa Rica, y creo que nunca dejarán de sorprenderme cómo son algunas cosas en este país. Digo… a pesar de que San José es una ciudad latinoamericana, tiene tantas diferencias respecto de mi gris Lima.


Afortunadamente, la comunicación en estos días ha mejorado gracias a la Internet, y creo que ahora hablo más con mis amigos que cuando estaba en Lima. Todos (absolutamente todos), me preguntan si ya me he acostumbrado, y les digo a veces que sí, a veces que no, a veces que más o menos… realmente aún estoy confundida.

domingo, 8 de junio de 2008

De mujeres

Hoy tuve que ir a la iglesia. Me distraje al escuchar que dos niños, una estaba sentada en mi fila y pateaba al niño de adelante. Cuando, de repente, el de delante empezó a llorar, me dio lástima, pero la lástima se transformó en ira cuando escuché a la niña decir: “Cállate, los hombres no lloran”, juro que sentí ganas de darme vuelta y pegarle a esa mocosa.



Quiero aclarar que no soy ni machista ni feminista. Los detesto a ambos, aunque, creo que detesto aún más el feminismo, porque bajo el velo de proteccionismo a la mujer se la termina considerando como un ser incapaz de cuidarse a sí y por sí misma. Un ejemplo, hace unos días leí un artículo en el cual destacaban el aumento de número de mujeres que practican ciclismo, otro donde resaltaban el número de mujeres científicas, otro de mujeres que obtenían diplomados… ¿Hasta qué punto el hecho de ser mujer favorece al ser humano? Y si lo que se pretende es la igualdad, ¿qué se gana resaltando cualquier hecho en el que haya actuado una mujer?



Luego, siempre los temas proteccionista respecto de la mujer. Entiendo que existen muchas mujeres agredidas verbal y físicamente, pero algunas se someten por… (cómo decirlo de una manera diplomática) falta de inteligencia. Creo que por propia instinto el ser vivo tiende a protegerse a sí mismo, siempre, sin embargo, algunos al parecer carecen de este instinto, pues se quedan con quien las lastima una y otra vez. En fin, esto hace que se emitan leyes a favor de la mujer, que en mi opinión hacen quedar a la mujer como un individuo con alguna discapacidad, inválido, incapaz de cuidarse a sí mismo y que requiere de la sociedad para protegerse. Bueno hasta cierto punto podría aceptarse, pero hay féminas que apelando a esto abusan porque la ley ampara su condición de mujer. Si lo que se pretende es la igualdad, no se debe de sacar provecho de la condición femenina.



Finalmente, si yo huera sido el niño aquel que estaba llorando, hubiera dado vuelta y decirle a esa chica que era demasiado estúpida por decir eso, pero el niño estaba convencido de que a las niñas, por más que se lo merezcan, no se les debe lastimar, porque a la salida escuché que le decía: “Sí fueras hombre, te hubiera pateado tan fuerte como tú lo hiciste”.

viernes, 9 de mayo de 2008

De Seguros

Prendo el televisor para ver el noticiero y me encuentro con la imagen de un payaso que hablaba de la salud. Supuse que era un curandero, pero no: era el mismísimo Patch Adams (qué pena que agarré la entrevista ya avanzada), quien repetía que Costa Rica no debía, a pesar de haber firmado el TLC con Estados Unidos, copiar el sistema gringo de salud.



Edgar Silva decía que estaba orgulloso del sistema de salud que se maneja en Costa Rica, y creo que más de uno está de acuerdo con eso.



Son pocos los países en los cuales el Seguro Social se mantiene con los que sí pueden pagar. Yo vengo de un país en el cual al no tener empleo, o incluso teniéndolo, es un privilegio tener seguro de salud, pues a pesar de que uno esté gravemente enfermo si no tiene plata, se muere. Cuando mi esposo me hablaba del seguro en Costa Rica, la verdad, no lo creí, teniendo en cuenta lo que se vive en Perú, pues a diferencia de acá, allá solo se atienden los que aportan, en cambio en Costa Rica absolutamente todos tienen seguro social… he allí lo social del asunto. La verdad me da un poco de envidia todo esto, porque allá la pobreza realmente duele más, allá no se quejan de la mala atención del seguro o de que las medicinas son genéricas, porque la mayor parte del Perú no puede ir a un hospital del seguro social y mucho menos a una clínica privada pues no tienen plata para la consulta médica.



Hace un tiempo leí una lista en la cual Costa Rica figuraba entre los países que tenían el mejor sistema de seguro de salud a nivel mundial. Esta lista fue hecha antes de la firma del TLC, esperemos que no se cambie la legislación de esta institución social.



Los costarricenses tienen un motivo más del cual sentirse orgulloso, además del tema ambiental y conservacionista, y es el tema de la solidaridad… cuando hay países en los que los humanos en cualquier momento serán especies en vías de extinción.

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