martes, 25 de noviembre de 2008

En la ciudad sin límite


El nombre no se ha borrado, tu cara sí. Se mezcla con otras caras, deformándose. No sé si todo es parte de la tortura, ya no distingo. No sé si él te dará esta carta, no sé si es amigo o miente. Hubiera querido abrazarte, pero me muero. Queda poco tiempo.



He visto el tren, nos he visto dentro muchas veces esperándote, y tú sin saberlo. Otras veces lo sabías, y huías a tiempo. O lo han inventado para que les diga dónde estás. Tengo que evitar que subas a ese tren, porque te va a llevar a la muerte. Otras veces estás ya muerto, como yo. Otras me hablas y sonríes y dices cosas que nunca habías dicho, y que me quieres. Yo hubiera querido quererte, pero no pude.



A veces sueño que seguimos allí y que el tiempo es nuestro. Y que tu boca recorre mi cuerpo desnudo y entonces mis hijos nos ven abrazados, desnudos. Pero ya no son mis hijos. Son los hijos de ella. No los conozco. No conozco a nadie.



¿Recuerdas? La libertad viaja contigo en ese tren. Si te encuentran, te matarán. Y la ciudad seguirá creciendo sin salidas para nadie. Sólo tú puedes enseñarles a mis hijos a andar ese camino.



Hazlo y así sabré que me has perdonado.



Max

2 imágenes:

Ultimas Virgenes noviembre 25, 2008 6:51 p. m.  

:o que lindo.
me encantó

LACHATA

L.A diciembre 03, 2008 12:24 p. m.  

wow, ese tren guarda muchos secretos

El otro espejo 2008 © Blog Design 'Felicidade' por EMPORIUM DIGITAL 2008

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